Propuesta lúdica
Monstruos pegajosos: slime
Las masas conocidas como “slime” son ideales para el entretenimiento de los y las niñas y permiten, además, conocer algunos aspectos de la Química y la Física que se encuentran en este material polimérico.
Producción del slime: paso a paso
La química y la física detrás del “slime”
Las masas conocidas como “slime” son materiales poliméricos. Los polímeros están formados por pequeñas unidades químicas llamadas monómeros que se repiten para dar lugar a una estructura de cadenas largas. Los polímeros son moléculas de gran tamaño que forman parte de nuestra vida cotidiana, por el ejemplo, el cepillo de dientes, las zapatillas, los útiles escolares, entre otros.
La producción de masas de este tipo permite observar el cambio de las propiedades físicas de un polímero mediante entrecruzamiento físico. Las características de la masa (adhesividad, viscosidad y/o elasticidad), dependen de la cantidad que se agrega de cada uno de los ingredientes.
La mayoría de las recetas para la obtención de “slime” combinan cola vinílica, que posee dos tipos de polímeros termoplásticos y lineales (acetato de polivinilo y polivinilalcohol conocidos comúnmente como PVA), y tetraborato de sodio decahidratado o bórax, que es una sal que se encuentra en la naturaleza o puede sintetizarse a partir de compuestos de boro. En ciertas recetas se usa jabón líquido o detergente debido a que contienen bórax en su composición.
La reacción de los iones tetrahidroxiborato de la sal produce puntos de entrecruzamiento o “crosslinking” entre las cadenas lineales del PVA y esto genera una red tridimensional que retiene agua, creando un gel semisólido. El entrecruzamiento generado es del tipo físico y de carácter reversible ya que, si ponemos en contacto la masa con ácido acético (vinagre), los puntos de entrecruzamiento se rompen; pero al añadir una base como bicarbonato de sodio se vuelven a generar.
Cuando hablamos de reversibles nos referimos a reacciones químicas que ocurren en dos direcciones; quiere decir, que no sólo los reactivos se pueden convertir en productos, sino que estos últimos pueden descomponerse también en las sustancias originales.
En cambio, cuando las reacciones químicas se dan en una única dirección, se las denomina irreversibles. Es el caso, por ejemplo, de la quema de combustible: se convierte en dióxido de carbono y vapor de agua, y luego no podemos volver a obtener el combustible. Esta característica se aplica también, en la vulcanización, una forma de entrecruzamiento químico, utilizada en la producción de neumáticos cuyo polímero presente es el caucho. Allí es donde los puntos de entrecruzamiento formados por la vulcanización no son reversibles.